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Los desordenes de la alimentación son un problema real para muchas personas, en esos casos es necesario recurrir al soporte médico para solucionar los problemas subyacentes que los causan, pero sin llegar a consituirse en desórdenes muchas personas tienen conductas en las cuales la comida pasa a ser un problema.
Los alimentos son necesarios para vivir, una ingesta adecuada es parte de lo que nos garantiza tener buena salud y prolongar nuestra vida. Sin embargo, existen ciertas conductas que pueden relacionarnos negativamente con la comida y que son las que caracterizan a la persona con sobrepeso u obesidad.
La licenciada Graciela Wajner coordinadora del Centro Terapéutico Dr. Máximo Ravenna, explica.
– Comer por placer. La ingesta produce un goce inmediato. Es una conducta hedonista.
– Comer sin darse cuenta, por ansiedad, inquietud, estrés, distracción («picoteo»). Es una conducta automática.
– Comer para superar la angustia, para llenar un vacío. Es una conducta compulsiva.
– Comer sin parar, especialmente sustancias que generan un vínculo excesivo de dependencia. Es una conducta adictiva.
En cada una de estas prácticas, la persona realiza la acción de incorporar alimentos sin identificar cuál es la emoción que subyace en el momento y sin tener presente un pensamiento que le permita cortar con esa acción.
Por eso, el problema no está en la comida, sino en las conductas que nos llevan a transformar la comida en un objeto que nos domina.
¿Qué se puede hacer para cambiar el vínculo nocivo con la comida?
– Cuando se trata de placer, la persona debe buscar en su vida otras circunstancias que le permitan disfrutar.
– Si es un acto automático, se debe reconocer las emociones que disparan ese automatismo, tomar distancia de ellas e interponer la decisión de estar saludable.
– Llenar el vacío existencial pero no con comida.
Conductas que hay que reducir:

  • Desorden personal con horarios e ingestas.
  • Inestabilidad emocional y de estados de ánimo.
  • Impulsividad (comer sin pensar).

La solución para cada persona
Está en cada quien identificar cual es su relación con la comida y si esa relación le está perjudicando proponerse un cambio importante en tal sentido.
Muchos de nosotros con un poco de esfuerzo y disciplina logramos reorientar el vínculo con los alimentos, haciendo de ellos algo beneficiosos en todo momento; pero para quienes no pueden por si mismos hacerlo, será necesario recurrir a terapias personales y/o grupales donde un especialista les guíe.
El objetivo de estas terapias será modificar la relación de trasgresión, apego y exceso, no sólo con respecto a la comida sino en todas las áreas de la vida.
Para ello es necesario que una persona que tiene en su mano la dieta personalizada y que realiza actividad física, concurra diariamente a un espacio grupal coordinado por especialistas, lo cual posibilita compartir experiencias y consolidar una vía de apoyo y descarga emocional.
Constituye la manera más efectiva para desmitificar creencias instaladas y adquirir conocimientos que enriquezcan el comportamiento y las relaciones, a partir de la modificación de conductas desbordadas y compulsivas.
Los grupos generan «fuerzas de aprendizaje» sustentadas por la calidad de los lazos interpersonales y por las experiencias emocionales correctivas que se vivencian mientras se adquieren herramientas imprescindibles para modificar el vínculo nocivo con la comida.