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Uno de los elementos que más dejamos de lado cuando somos entrenadores y deportista es justamente uno de las partes más importantes del propio entrenamiento: el calentamiento.
De hecho, aunque todos somos conscientes de su importancia intrínseca y su idoneidad para iniciar las sesiones de entrenamientos, muchas veces lo dejamos de lado. La mayoría de estas veces son básicamente por aburrimiento o por falta de tiempo. Incluso llegamos a iniciar partes del entreno con una intensidad menor para utilizar los ejercicios específicos en la misma sesión.
El calentamiento 1Estas prácticas son habituales, incluso para los propios jugadores el calentamiento es una fase tediosa y poco motivamente del entrenamiento, no obstante, no deja de ser vital.
Son muchísimas las razones por las que el calentamiento es necesario o incluso vital. La primera de ellas es una cuestión de ritmo. Llegamos de la calle o de nuestras preocupaciones y debemos entrar en tensión para poder trabajar realmente lo que necesitamos con la intensidad necesaria.
Unos juegos o ejercicios de calentamiento van calmando las prisas por llegar al entreno, y nos ponen a tono para conseguir la intensidad necesaria. A parte, es un buen momento para ir reflexionando sobre la sesión que vamos a realizar.
Otra parte es la propiamente física, y es que el calentamiento sirve para tensar y despertar a nuestros músculos, cosa que hará que las lesiones se reduzcan. Más que lesiones, lo que suele ocurrir es que sin un buen calentamiento el jugador se dispara en velocidad y intensidad a los ejercicios, y esto hace que no los hagan como deberían, o incluso, que tengan alguna lesión, ya que pasar de la falta de tensión a esta es un golpe considerable, y el músculo se puede resentir fácilmente.
De hecho, cada vez que un jugador se queje de un calentamiento, solo debes pedirle que se estire un brazo, al sonar sus huesos ya tienes la demostración de porqué debería calentar.