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El síndrome postvacacional que está marcado por el estrés añadido de la vuelta a la oficina afecta también al apetito puesto que el trabajador tiene nervios excesivos, tristeza, apatía, mal humor… Y dichas emociones también se somatizan a nivel físico.

Como consecuencia de la ansiedad, existe la posibilidad de comer más de la cuenta y picar entre horas para intentar calmar esa sensación de saciedad emocional y llenar, a través de la comida, ese vacío interior. Sin duda, este no es un remedio sino un mal parche para el conflicto. Por suerte, el síndrome postvacacional no lo sufren todos los trabajadores, ni tampoco suele durar más de una semana.

El síndrome postvacacional afecta al apetitoPero como consecuencia del síndrome postvacacional, también es posible que el trabajador tenga menos apetito, no tenga hambre en las horas de las comidas y le parezca una misión imposible terminar los platos.

Para que el síndrome postvacacional no afecte a tu alimentación es importante que hagas un esfuerzo por tener unos horarios regulares y mantenerlos. Del mismo modo, opta por platos ligeros y que te gusten a ti. No te fuerces durante estos días a comer verdura si es un plato que no te encanta ya que bastante esfuerzo tienes que hacer para adaptarte a tu rutina laboral.

Darte algún que otro placer culinario también te ayuda a sobrellevar mejor esa dosis de estrés postvacacional. Con la vuelta a la oficina también es más habitual visitar con más regularidad alguna cafetería en el horario del almuerzo al estar tantas horas fuera de casa. En ese caso, evita siempre tomar bollería industrial. Puedes llevarte una pieza de fruta de casa y pedir un vaso de leche caliente.

En caso de tener que comer fuera de casa, es mejor que te lleves la fiambrera preparada antes que ir todos los días a un restaurante. Si aun así prefieres comer en restaurante, entonces, elige uno que haga comida casera.