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Son miles las veces que haciendo el rol de entrenador o de jugador, las ordenas en el momento del partido no llegan a tener el efecto deseado, y vemos una frustración por las dos partes que lleva en algunos casos a dinámicas aun más negativas del propio jugador y de la relación de este con el entrenador. La mayoría de los casos afectan diversos aspectos importantes en todo esto. Para empezar el ambiente y la tensión que se está viviendo en aquel momento en la propia pista hacen que la comunicación sea más difícil entre las dos partes, pero un factor poderoso en todo este embrollo es la forma de comunicar, el contenido de esa instrucción o orden.

Hablar en positivo ayuda a que el jugador modifique sus conductas para bien, y que los fantasmas que en aquel momento están galopando a su alrededor descansen o al menos no tengan la suficiente fuerza como para que se llegue al desastre. Cuando digo que hay que hablar en positivo no es dorar la píldora o solo hacer hincapié en todos aquellos aspectos que están saliendo bien, hablo de un factor comunicativo importante, y es que si le dices a un jugador que «no corre» de golpe correrá aun menos. En cambio, si le decimos «más rápido» intentará de alguna manera darle más velocidad.

Mejorar la comunicación hablando en posotivoEs algo bastante complicado al principio, pero con entrenamiento también por parte del entrenador es mucho más fácil. Solo hay que modificar los típicos gritos o instrucciones en negativo del entrenador hacía formas mucho más positivas. Por ejemplo, en baloncesto tendríamos el «que no te supere». Esto lo deberíamos cambiar por «aumenta la distancia». En el fondo no deja de ser un muy buen truco para garantizar que justamente eso no pase.

Lo más fácil, si realmente se quiere erradicar este problema comunicativo, es que al entrenador se le vayan anotando en una libreta todos sus vicios negativos, y que poco a poco se les vaya cambiando por cosas positivas. Nadie nace aprendido, pero estoy seguro que con este pequeño gran cambio, la comunicación mejorará sensiblemente durante los entrenamientos y durante el partido, y con ello el rendimiento global del deportista, y en los deportes colectivos, del grupo.