Los aportes nutritivos y positivos de la leche se conocen desde hace mucho tiempo: vitaminas, sales minerales, lactosa, prótidos, y calcio. Es evidente: la leche es un alimento completo. Sin embargo, la leche no formaba parte de los regímenes de las antiguas civilizaciones.

En realidad, la leche ha estado fuera de la alimentación humana durante siete millones de años. Esto no impedía que los hombres de aquellas épocas tuvieran una buena salud ósea. La leche no fue introducida en la alimentación hasta hace unos 10.000 años. Según los nutricionistas, nunca se ha demostrado que la leche fuera indispensable para la salud de los huesos, ni para la salud en general. No está garantizado que un consumo regular de lácteos sea suficiente para protegernos de la osteoporosis.

joven bebiendo lecheEl primer consumo de leche por parte del hombre adulto data del período neolítico. Y qué casualidad, que en esta época es cuando se revelan los primeros signos de enfermedades óseas, de raquitismo y de osteoporosis.

Los efectos negativos de la leche

De esta forma, la leche puede jugarnos alguna mala pasada. La lactosa, una enzima encargada de digerir la lactosa, está presente en el organismo del hombre hasta la edad de los dos años. A partir de ahí, la cantidad de esta enzima presente en el cuerpo disminuye progresivamente con el tiempo. Según el testimonio de varios deportistas y médicos deportivos, la leche es la causa de diferentes problemas digestivos.

Estos desarreglos son debidos a la lactosa, que además, son tóxicos para los tendones y los músculos. Ciertos futbolistas, que solían quejarse de problemas a nivel de las rodillas y de los pies, tuvieron que comenzar a seguir un régimen alimenticio sin lácteos hasta su total recuperación. Con esto se consiguió que estos jugadores retrasaran la aparición de tendinitis, o que desparecieran totalmente.

Como dato curioso, conviene saber que tres cuartas partes de la población mundial no tolera la lactosa en la edad adulta.