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La obesidad es una enfermedad que ha aumentado de manera notoria su incidencia en la población en los últimos años y sobre todo esto se ha visto más en los países industrializados y en los que se encuentran en vías de desarrollo, donde los índices  han crecido más de los esperado según un informe de la Organización Panamericana de la Salud refiriéndose a América Latina.

Sin embargo, es válido también decir que se trata de una patología que puede controlarse ya que cada día se sabe más acerca de la mejor forma de hacerlo. Entre las alternativas más viables se encuentran las dietas de adelgazamiento, actividad física habitual y fundamentalmente los cambios en relación a la conducta alimentaria.

La obesidad es una enfermedad que involucra a la persona que la padece como un ser integral incluyendo su parte psíquica, por ello,  al tratar el problema debe hacerse abarcando todos los aspectos de la vida del obeso.

Las drogas para el tratamiento de la obesidad 1

Para lograr comprender la complejidad de esta patología es necesario tener en cuenta a la persona que

padece de obesidad como también a su ambiente familiar, de relaciones y su cultura, características que influyen en su persona.

El tener una visión integral del problema evita tener que recurrir a sustancias como las drogas para adelgazar que no se encuentran excentas de posibles efectos no deseados.

Sin embargo, cuando otros métodos para bajar de peso no dan resultados satisfactorios puede recurrirse a la medicación específica que existe.

De todas maneras, esta desición no debe entenderse como una automedicación o la repetición de recetas anteriores sin tener un estricto control médico.

Asimismo, existen situaciones en las que el médico puede determinar la necesidad de utilizar drogas adelgazantes como por ejemplo:

  • Cuando el índice de masa corporal es mayor a 30 (teniendo en cuenta que de 30 a 34,9 es Obesidad grado I, de 35 a 39,9 Obesidad Grado II y de 40 en adelante Obesidad Grado III)
  • Caso de obesidad androide
  • Situaciones de enfermedades metabólicas asociadas, obesidad-dependientes.

Para que una medicación de este tipo resulte aceptable debe reunir algunas condiciones:

  • La modificación del peso debe ser sostenida.
  • Evitar recuperar el peso perdido.
  • Ser superior a la efectividad de otros métodos para controlar la obesidad.
  • No deberán producir ni efectos colaterales ni adicción a su uso.

Sin embargo, no existe aún este medicamente ideal,  por ello la elección siempre se realiza sobre alguno que se encuentre en el mercado, teniendo en cuenta que existe casos en los que es totalmente contraindicado hacer uso de estas drogas como por ejemplo:

  • Personas con problemas hepáticos o renales
  • Embarazo
  • Glaucoma descontrolado
  • Hipertensión y cardiopatías descontroladas
  • Antecedentes de abuso de drogas
  • Personas que se encuentran medicadas con antidepresivos
  • Individuos que serán sometidos a algún tipo de anestesia en un plazo de dos semanas
  • Personas que padecen hipertensión pulmonar.

Existen en el mercado en la actualidad dos drogas que son las utilizadas con más frecuencia para el tratamiento de la obesidad, ellas son:

  • El Orlistat: Se trata de un inhibidor de la absorción de lípidos en el tracto digestivo. Ingiriendo la dosis indicada por el profesional en  forma habitual se logra reducir la absorción de grasas en hasta un 30%. Sin embargo, ciertos pacientes han presentado algún tipo de problema, digestivo. Es aconsejable asociar este medicamento a algún complejo vitamínico ya que no presenta una acción sistémica.
  • La Sibutramina: Genera la pérdida de peso al aumentar la sensación de saciedad, disminuyendo el volumen de los alimentos ingeridos, aumentado paralelamente el gasto energético del organismo, quemando parte de las reservas que se encuentran en el cuerpo como sobrepeso. Como efectos colaterales se han podido apreciar boca seca, insomnio, aumento de la frecuencia cardíaca, cefaleas y constipación.

Lo deseable, como en cualquier otro tema que tenga como protagonista nuestra salud, es preferible agotar todas las posibilidades naturales que el mismo organismo posee y brindarles ayuda con cambios de hábitos alimenticios y actividad física, antes de recurrir a drogas que pueden traer efectos colaterales no deseados.