La hidroterapia es una técnica naturopática fácil de utilizar. Se puede utilizar en baños para los pies, baños templados o calientes, baños con aceites o plantas. En realidad, son muchas las técnicas para mejorar la salud y el bienestar general.

Los ingredientes que se utilizan en estas terapias no sólo son beneficiosos en sí mismos, tales como las sales marinas, o los aceites esenciales. El agua tiene de por sí una acción positiva sobre nuestro organismo, ya que actúa sobre el metabolismo, reforzando la actividad del cuerpo.

Según la temperatura del agua y el modo de aplicación, las propiedades conseguidas pueden ser diversas.

El baño caliente

Las virtudes de los baños de agua caliente 1La temperatura ideal para un baño caliente es la que más se acerca a la temperatura corporal, es decir entre 37 y 38º. A esta temperatura el agua calma, reposa y tranquiliza, regularizando la tensión nerviosa y sanguínea.

El calor provoca una dilatación de los capilares, que son el último eslabón de la cadena sanguínea. La importancia de estas venas casi minúsculas es considerable, puesto que permiten el intercambio entre la sangre y las células. Su dilatación permite el aumento de estos intercambios.

Los poros de la piel también se dilatan, lo que activa las glándulas sudoríparas, permitiendo la eliminación de toxinas.

Los músculos se distienden, la relajación se produce a nivel físico y mental. Estos baños son particularmente beneficiosos por la noche, para ayudar al descanso nocturno.

La piel es como una esponja, puesto que puede absorber las sustancias presentes en el agua, como los aceites esenciales, que tardan algo menos de una hora hasta que atraviesan la piel. En el agua caliente, el paso es más fácil, puesto que en aproximadamente un cuarto de hora, los aceites esenciales consiguen llegar hasta la sangre.

Una sesión de baño caliente suele durar unos veinte minutos, pero si prolongamos este tiempo, entonces sus efectos beneficiosos dejan de tener resultado.