En este tipo de régimen, la persona que desea perder peso centra su alimentación en las proteínas, aumentando su proporción, incluso de forma drástica, y en detrimento de otros grupos alimenticios, como los glúcidos. Los adeptos a este tipo de dieta basan su argumentación en las virtudes de las proteínas. Su débil rendimiento energético obliga al organismo a utilizar sus reservas de grasas.

El sobreconsumo de proteínas limita también las pérdidas de masa muscular cuando se empieza a perder peso. Finalmente, suscita la secreción de cuerpos cetónicos, que provocan un importante sentimiento de saciedad.

Régimen proteínico estricto

Los regímenes proteínicos se desarrollan generalmente en varias etapas. El método Dukan comienza, por ejemplo, por una fase de «ataque». Durante 3 a 10 días, la persona debe atenerse estrictamente a una lista de productos proteínicos (carne magra, lácteos 0%…).

Plato de carne, pescado y huevosDespués, vuelven las verduras, cada dos días. Esta fase llamada de «alternancia» se termina cuando la persona ha alcanzado el peso deseado. Una larga fase de «consolidación» cierra el régimen. De esta forma se consigue volver progresivamente a una alimentación equilibrada.

El régimen proteínico y sus inconvenientes

Los dietistas son escépticos frente a los regímenes proteínicos. Para ellos, estas dietas constituyen un peligro real para la salud del organismo. Las personas están convencidas de que en pocas semanas van a regularizar sus malos hábitos alimenticios de años. No obstante, estos regímenes no educan en una alimentación equilibrada a largo término, y no cambian de manera duradera estos malos hábitos.

Otro problema: el efecto rebote. La fase que reintegra progresivamente los grupos alimenticios proscritos es difícil de negociar. Suele durar bastante tiempo, y no es nada gratificante, puesto que la persona deja de adelgazar. Después de haber estado privándose durante bastante tiempo, muchas personas vuelven a recuperar con cierta rapidez el peso que tenían antes de comenzar el régimen.