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Quizá el titulo de la entrada no es del todo correcto, ya que pocas veces un error puede llevar a algo tan divertido y atrayente como el ala delta, pero lo cierto, es que siempre me llamó la atención este deporte extremo por tener unos orígenes que distan muchos de lo que se ha ido convirtiendo a través de los años hasta la actualidad.

La historia comienza como no puede ser de otra manera con ambición. La ambición de los seres humanos por dominar los cielos y conseguir volar, esa obsesión que llevó de cabeza a las mejores mentes de la historia humana hasta hace relativamente poco. De hecho, fue en el siglo IX cuando Abás Ibn Finas inventó algo parecido a lo que vendría ser una Ala delta. Es evidente que el fanatismo por encontrar métodos con los que poder volar respondía a intereses más bien militares que no del todo éticos, pero aun así, no fue hasta el 1800, cuando el ingeniero Alemán Otto Lilienthal inventó y subió en lo que llamaríamos ahora si un ala delta.

Momento de planeamiento de un Ala deltaA partir de aquí los diferentes avances se fueron sucediendo, pero también dejó de tener interés cuando se invento el avión y por tanto los aviones con motor. Pero el ala delta siguió su camino, y en poco tiempo se le consiguió la utilidad actual, y se incorporó poco a poco a la lista de deportes extremos o deportes de aventura.

No es nada fácil dominar un ala delta, se necesita tener conocimientos básicos sobre como funcionan los aires, y la forma de planear, aún así, puedes estar durante muchas horas planeando sin mayor dificultad, lo que te permite ver paisajes increíbles y tener la sensación de ser como un pájaro.

En la actualidad es altamente utilizado para salir des de algún acantilado o alguna ladera, y después disfrutar durante un tiempo. Pueden ser motorizados o no, y también se puede ir acompañado, normalmente esta es la opción para aquellos que solo quieran planear en algunos días concretos, ya que se necesitan ciertas destrezas para controlar el ala delta. Sin duda, toda una experiencia para aquellos que quieran «volar» pero no se atrevan con cosas más extremas.