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El Desgarro Muscular es una lesión traumática en el interior del músculo, consiste en la laceración de mayor o menor números de fibras que se rompen y sangran produciendo una hemorragia.
Se pueden romper las propias fibras musculares, encargadas de la contracción muscular, como también el tejido conjuntivo que envuelve y amarra las fibras musculares.
Las heridas musculares se clasifican dependiendo de su gravedad en elongación y desgarros, estos últimos según la gravedad se clasifican en distensión y ruptura parcial.
La elongación es una lesión mínima que sólo afecta al tejido conjuntivo y produce una leve hemorragia.
En la distensión se desgarran algunas micro fibras a partir de un esfuerzo brusco, produciendo la sensación de un corte o de un latigazo; el dolor queda focalizado y suele surgir un hematoma varias horas después.
En la ruptura parcial el número de micro fibras desgarradas es mucho más importante.
Síntomas

  • Dolor repentino, localizado e intenso que se intensifica con un mínimo movimiento.
  • Impotencia funcional del miembro o de la región del cuerpo afectada.
  • Inflamación y hematoma aparatoso, debido a la hemorragia interna.
  • Eventualmente si el dolor es muy intenso, mareos y sudor frío.

Causas
Las causas generales son contracciones violentas del músculo, o estirones súbitos y bruscos. También se puede producir cuando se somete éste a una carga excesiva cuando está fatigado o no se ha calentado lo suficiente.
Los músculos que han sufrido recientemente lesiones de cualquier tipo, que aún no están curadas del todo, tienen también bastantes posibilidades de sufrir una ruptura. Causas externas, como golpes o caídas, también pueden originar esta lesión.
El sedentarismo conlleva un desentrenamiento, pérdida de las capacidades circulatorias y atrofia muscular, entre otras. Esto provoca un debilitamiento del tejido conjuntivo que envuelve a las fibras, por lo tanto, son más propensas a sufrir laceraciones.
La desnutrición crónica, debilita la capacidad contráctil de las fibras musculares haciéndolas mas propensas a las lesiones.
La mala circulación arterial y venosa, que no es capaz de soportar el mayor flujo de sangre que necesita la persona durante el ejercicio, lo cual intoxica al propio músculo.
Ciertas enfermedades del metabolismo como la diabetes.
¿Qué hacer en caso de un desgarro?

  • Aplicar hielo sobre la zona afectada, manteniendo el frío durante unos 10 a 15 minutos.
  • Colocar un vendaje compresivo alrededor del músculo por unos 20 minutos, después de esto se quita el vendaje y se deja descansar 5 minutos más y se vuelve a colocar.
  • No se debe aplicar calor.
  • Reposar al menos una semana, antes de reanudar el ejercicio físico.
  • Aunque no se llegue al extremo de no poderse mover, si 24 horas después continúa la inflamación y el dolor fuerte, conviene ir al médico.
  • No debe efectuarse masaje alguno al momento de sufrir el desgarro.
  • A partir de la segunda semana, una vez desaparecida la hemorragia, se puede practicar termoterapia, ultrasonidos, laserterpia, así como masaje de las inserciones, desfibrosante y amasamiento longitudinal.
  • Entre la tercera y cuarta semana, se pueden intensificar los masajes desfibrosantes en la cicatriz y realizar estiramientos.

Prevención
Los momentos más delicados son al comienzo y al final de cualquier actividad física. Al principio, porque el músculo aún no se ha calentado lo suficiente y al final porque el cansancio y la deshidratación pasan factura.
Siempre hay que calentar bien antes de comenzar el entrenamiento. Conviene empezar con estiramientos para que el movimiento lleve a los músculos al punto óptimo.
Si se suda mucho, conviene beber algo durante la realización del ejercicio para mantener la hidratación, mejor si son bebidas isotónicas.
No debe retomarse el ejercicio físico antes de 6 a 8 semanas y siempre que se haya recuperado el 90 % de la fuerza máxima, así como en ausencia de dolor en las pruebas de estiramiento y contracción.