Conviene saber que el tipo de cabello depende en un primer tiempo esencialmente de la higiene de vida: un buen estado de salud general, una alimentación equilibrada y un sueño reparador. Los factores hereditarios también hay que tenerlos en cuenta, así como las cuidados que se aportan al cabello, porque el uso de un champú inadaptado puede provocar ciertos desarreglos.

Los cabellos normales

Es una suerte tener este tipo de pelo, son el resultado de un mantenimiento adecuado, y de una buena higiene de vida. Son brillantes, suaves al tacto, se desenredan fácilmente, y se peinan sin dificultad.

Lo que se debe evitar

Los champús y los cuidados inadaptados al tipo de cabello.

Lo que se recomienda

Una buena higiene de vida, no demasiado tabaco, ni tampoco alcohol. No dudéis a la hora de haceros friccionar con lociones tonificantes para cabellos normales. Antes del champú, y no durante, se puede masajear el cuero cabelludo para facilitar la irrigación de los capilares.

Cabello sano

Los cabellos secos

Los cabellos secos se deben a una falta de sebo. Este juega un doble papel, cosmético e higiénico, en la belleza y la salud del pelo. Se trata de una de las tres funciones vitales del cabello. Producido por la glándula sebácea, el sebo debe lubricar el cabello y rodearlo de una película protectora, indispensable para su buena salud. La insuficiencia o la falta de sebo fragiliza el cuero cabelludo y favorece las irritaciones. La keratina pierde su elasticidad, el cabello se vuelve vulnerable, se rompe y se hace más frágil.

Lo que se debe evitar

Los champús demasiado frecuentes. Estos eliminan el poco de sebo producido de forma natural. Las manipulaciones cosméticas demasiado repetidas. Demasiado sol, sobre todo si va acompañado de baño de mar o de piscina. La acción conjugada de infrarrojos y de sal deshidrata el cuero cabelludo y puede estropear un pelo seco por naturaleza.

Lo que se recomienda

Las cremas antes del champú, a base de aceites vegetales y de colágeno. El conjunto nutre el cabello, sin engrasarlo a nivel de la superficie. Para el champú, conviene reemplazarlo alguna vez con yema de huevo. La lecitina, un cuerpo graso que compone el huevo, tiene la propiedad de aspirar y retener el polvo y las impurezas, sin tener que utilizar la base más agresiva del champú. El sebo natural se ve protegido. Después, basta con enjuagar bien la cabeza con agua tibia.

El enjuagado del pelo debe hacerse inmediatamente después de un baño en el mar o en la piscina, sin esperar al final del día. En cuanto a la alimentación, un aporte en ácidos grasos esenciales ayuda a lubricar el cabello y hacer que esté menos seco. Esta alimentación debe contener aceite de nuez, de pepitas de uva, de girasol. Las curas de vitaminas para cabellos secos se deben componer de vitamina E y de ácidos grasos esenciales.

Los cabellos grasos

Sobre el cuero cabelludo, la secreción de sebo es excesiva, cuando la sensación de tener el pelo graso aparece a partir del tercer día tras haber aplicado el champú. Entonces se habla de seborrea. El término de hiperseborrea se reserva para los cabellos grasos desde el primer día.

Lo que se debe evitar

Durante la aplicación del champú, los masajes del cuero cabelludo, el agua demasiado caliente, o dos lavados sucesivos. Estos son excitantes locales para las glándulas sebáceas. El secador a temperatura demasiado alta y colocado demasiado cerca del cuero cabelludo. De esta manera se secan artificialmente la piel y se estimula la secreción de sebo.

Los productos antiseborreicos, a base de alcohol, modifican de forma negativa el pH del cuero cabelludo. Los cepillos o peines con dientes muy estrechos propagan la migración del sebo a lo largo de todo el cabello. Una comida demasiado rica en grasas saturadas tampoco es buena. Este tipo de alimentos activa las secreciones sebáceas y favorece la formación de toxinas, que pueden molestar en la circulación de la sangre hacia las raíces o provocar caspa y picores.