La pulsera de perlas no tiene una imagen demasiado moderna en nuestros días, ni tampoco la de ser un complemento muy masculino. Esta es la constatación básica y sencilla que se podría establecer a simple vista. No obstante, la perla de cultivo nos reserva muchas y buenas sorpresas, concretamente en el campo de los complementos para hombre. Para demostrarlo, vamos a entrar en el universo de la marca Worms París.

Worms París, una marca histórica

La historia comienza en el año 1900, en el VIII distrito de París. Aquí es donde la familia Worms lanzó su negocio de joyería. Especializada en el comercio de perlas finas, la sociedad se convierte en la primera en importar la perla de cultivo japonesa a Francia.

Lejos de la familia Worms, la familia Rambaud se encarga del negocio de la seda en Lyon a finales del siglo XIX. Pero el sector entra en crisis y Henri Marie Prosper Rambaud decide lanzarse en el campo de la joyería.

Hay que esperar a los años 1950 para que se dé el encuentro entre Suzanne Worms y François Rambaud… Las dos familias deciden unirse para dar a luz una prestigiosa marca de joyería, capaz de crear lujosas piezas que combinan la perla con las piedras preciosas.

Pulsera

Rápidamente, el prestigio de Worms en materia de perlas supera las fronteras de Francia, de tal forma que en 1985, la marca deja el comercio detallista para consagrarse al negocio y a la actividad mayorista.

La actividad continúa hasta la llegada de Jérôme Terangi Rambaud a la cabeza de la sociedad en 2008. Un importante cambio de estrategia se anuncia en la empresa, y se reestructura con la voluntad de destacar el saber hacer de Worms París y de dar una nueva vida a la perla. De esta forma nace la primera colección de joyas en el año 2017.

El mundo de la perla

Partiendo de una hoja en blanco, ¿cómo impulsar de nuevo el mundo de la perla? ¿Cómo romper con los códigos y acabar con la imagen de que la perla de cultivo es algo que forma parte del pasado?

Para responder a estas preguntas, hay que remontarse a los orígenes de la creación de las perlas. Y es que no existe un solo tipo de perlas. Recordemos que una perla es un poco el resultado de un accidente natural, como la presencia de un cuerpo extraño en el interior de una ostra salvaje, que al no poder desprenderse del intruso, lo recubre de capas de nácar sucesivas que al cabo de 2 años terminan formando una perla.

Dicho esto, conviene distinguir la perla fina, creada naturalmente, sin intervención humana, de la perla de cultivo, que es la que viene provocada por el hombre. Se puede tratar de perlas de agua dulce o de perlas marinas. Y en esta última categoría podemos distinguir entre la perla de Tahití, la perla Akoya de Japón, y las perlas del Mar del Sur. Los colores varían del blanco al amarillo champán.

Y puesto que se trata de un proceso natural, cada perla es única, y se cubre de matices verdes, azules, más o menos redondeados, con más o menos capas de nácar.

Podríamos describir durante horas las especificidades de cada perla. Pero volvamos al corazón del tema, y hablemos de las joyas de perlas, y concretamente de las joyas específicamente creadas para los hombres.

¿Cómo hacer que la perla sea moderna y masculina?

Si en Francia la perla tiene una imagen muy femenina, conviene saber que fuera del país, en el resto del mundo, es un atributo de los hombres ricos y con prestigio, por ejemplo los majarás de la India.

Pero justamente, es esta imagen la que tenemos de la perla y Worms París la quiere transformar. Por tanto, hoy en día empezamos a valorar que un hombre joven pueda llevar una perla en un brazalete o en una pulsera. Una perla puede aportar elegancia y modernidad a un look particular.