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Realmente la culpa, por decirlo de alguna manera, no es de la testosterona sino de su ausencia o disminución en el organismo del hombre.
El síndrome de Adam mejor conocido como andropausia es un proceso natural evolutivo de la vida del hombre que consiste en la disminución de la testosterona, la principal hormona de la actividad sexual, afectando también su entorno emocional. Su causa frecuente puede ser primaria por alteración en los testículos, o secundaria por alteración en el eje hipotálamo hipófisis.
La deficiencia de andrógenos está relacionada con la formación de músculo, el deseo sexual, el volumen de semen, la cantidad de glóbulos rojos y el colesterol. O sea que al disminuir la concentración de testosterona, a los hombres se les va el santo al cielo, por no decir algo peor.
dopingLa mejor forma de saberlo es medir los niveles de testosterona en sangre para saber si el hombre en realidad la requiere para revertir la sintomatología, hay que diferenciar estos síntomas por lo general asociados con el deseo sexual porque no se trata de que los hombres con baja libido tomen testosterona en un intento de mejorar su respuesta sexual, algo que realmente no funciona.
Una vez determinada la disminución de testosterona y descartadas ciertas patologías, se puede optar por uno de los dos tratamientos efectivos que existen; el primero es a través de la aplicación de un gel con hormona de testosterona que se pone sobre la piel y se libera lentamente durante 24 horas, y la segunda alternativa es la inyección intramuscular a base de testosterona, que se debe aplicar cada tres meses.
No todos los hombres sufren del síndrome de Adam, pero quienes lo padecen deben lidiar con síntomas como la disminución en las erecciones nocturnas, descenso en la calidad de la erección, cansancio físico o intelectual, alteración en el estado anímico con tendencia a la depresión y al mal humor.
También se presenta disminución de la masa muscular y en la fuerza, la pérdida de la densidad de los huesos con aumento del riesgo de osteoporosis, el incremento de la grasa visceral con obesidad abdominal y el aumento en el tamaño de la próstata, que obliga a ir varias veces al baño.
Lo peor de todo es que son síntomas que aparecen con la edad, en los mayores de 45 años, como consecuencia de la deficiencia de andrógenos.
Pero, si bien es cierto que con la edad todo hombre tiene una disminución en sus niveles de testosterona, no existe manera de predecir quién sufrirá los síntomas lo suficientemente severos como para buscar ayuda profesional.
Tampoco es predecible saber a qué edad aparecerán. Eso sin contar con que pueden ser diferentes en cada hombre.
Tratamientos para los síntomas
Los tratamientos con testosterona vienen en distintas presentaciones, hay testosterona natural, que es químicamente igual a la que produce el testículo y viene en forma de gel que se absorbe por la piel.
Las testosteronas sintéticas creadas en laboratorio incluyen los medicamentos por vía oral o inyectables, que mantienen las concentraciones normales de la hormona.
Las versiones inyectables de testosteronas sintéticas suelen ser la alternativa más cómoda, porque sus efectos se prolongan por más tiempo y no es lo mismo aplicarse una inyección cada tres meses que tomar una pastilla a diario.
En todo caso son medicamentos que se toman de por vida o mientras los síntomas persistan, pero deben consumirse bajo vigilancia médica, pues hay que cuidar los huesos, el hígado, el colesterol y estar atentos ante la aparición de cáncer.