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Tanto la contaminación del suelo como del agua son graves problemas a los que se enfrenta el hombre en la actualidad. Hoy en día, por un lado se intenta optimizar la calidad y el rendimiento de los cultivos utilizando herbicidas y por otro lado con esta práctica se ejerce un efecto dañino sobre el medio ambiente.
La ingeniería genética ha logrado disminuir tanto la cantidad como la acción tóxica de las sustancias químicas que son utilizadas en los sembrados. Sin embargo, no se puede predecir con certeza si estos productos transgénicos traerán en el futuro riesgos graves para la salud de las personas.
Existen en la actualidad herbicidas que poseen menor índice de contaminación ambiental ya que se produce su degradación en forma más rápida.
Los vegetales transgénicos: ¿Amigos o enemigos de la salud y del ecosistema? 1Por otra parte,  se presentan diferentes opciones para mejorar los vegetales utilizando la ingeniería genética, logrando que su maduración sea más lenta así, muchos de ellos se cosechan ya maduros y se comercializan directamente.
Hoy en día se utilizan plantas que poseen genes resistentes tanto a insectos que puedan atacarlas como a los herbicidas y esto es beneficioso ya que puede reducirse el empleo de plaguicidas, además de lograr un rendimiento mayor en la cosecha y a la vez, como en el caso de la soja transgénica, se ha logrado realizar el cultivo por siembra directa consiguiendo una disminución pronunciada de la erosión del suelo.
La industria alimenticia cuenta hoy con alimentos transgénicos importantes como la soja que es resistente al herbicida llamado glifosato y el maíz que puede resistir muy bien el ataque del insecto llamado taladro.
Los vegetales transgénicos se producen para que posean una vida comercial más extensa y puedan soportar condiciones ambientales que son muy agresivas como las heladas, sequías, herbicidas, plagas y enfermedades, además de otorgarle a los vegetales mejores cualidades a nivel nutricional.
Por otra parte, el gen que es colocado en el alimento que desea modificarse puede tener origen artificial, como es el caso del llamado “tomate larga vida” o natural procedente de bacterias, como sucede con el cultivo de soja resistente al glifosato, que procede de una bacteria del mismo suelo.
Para poder modificar el genoma de una planta se utiliza, además del gen que quiere insertarse, otros auxiliares que le darán resistencia frente a algunos antibióticos. En el caso del maíz modificado genéticamente se utiliza un gen que le brinda resistencia a los antibióticos que pertenecen a la familia de la penicilina.
No existen hechos que prueben que los organismos genéticamente modificados (OGM) no produzcan problemas en la salud, pero si se utilizan antibióticos como la amoxicilina o el cefalosporina, esto puede traer consecuencias como alergias, crisis asmáticas y hasta edemas de glotis sin existir causas aparentes.
En algunos países como en la Argentina ya se producen alimentos transgénicos, como soja y aceite de cánoe, pero no existe aún la obligatoriedad de etiquetar estos alimentos expresando que son transgénicos.
En los Estados Unidos y Canadá existe un control tanto en lo referente a la producción y a  los compuestos químicos que se utilizan en los cultivos. Ya Europa, opone más resistencia a la inclusión de estas tecnologías hasta que no se determine en forma segura la ausencia total de toxicidad de los alimentos.
Ecologistas y médicos son muy cautos en sus opiniones con respecto a los alimentos de origen transgénico, sobre todo porque aún no puede saberse si estos organismos pueden causar efectos que sean perjudiciales para el ecosistema.
Asimismo, algunos investigadores y asociaciones ecologistas se van hacia el otro extremo y expresan su parecer diciendo que también deberían investigarse los preservantes y productos químicos que son agregados a los alimentos que no son transgénicos.
Para llegar a determinar si los productos de origen transgénico son amigos o enemigos tanto de la salud como del ecosistema, será necesario realizar aún muchas investigaciones,  sobre todo si tenemos en cuenta que las opiniones son diferentes y en muchos casos contrarias a la manipulación de los alimentos.