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Aunque no lo parezca, una de las cosas más importante en nuestras salidas por la montaña, así como en cualquier deporte de invierno, es lo seco y caliente que mantenemos nuestro cuerpo, y en especial, hay una parte de nuestro cuerpo que es extremadamente importante tenerla seca y bien cuidada: nuestros pies. Los pobres, sufren el agotamiento y la fatiga del viaje, se llevan mil y un golpes, y después de horas y horas de andar están más que hastiados de estar encerrados en algunos gordos calcetines, por eso, el cuidado de los pies es algo altamente vital para que nuestras expediciones salgan bien.

Unas botas de montaña en acciónPara conseguirlo, existen diferentes métodos, bien es cierto que en la actualidad gracias a la tecnología se han conseguido algunas botas de montaña que son del todo perfectas para su uso, y mantienen a los pies completamente secos y impermeables al agua y la nieve, cosa que mejora y mucho nuestra salud, pero lejos de esas botas que realmente cuestan y mucho, también hay algunos remedios más «caseros» por decirlo de alguna manera, para los que tengan presupuestos más ajustados, o también, y estos son un gran colectivo, amantes y enamorados de sus zapatillas de montaña de siempre y que no quieren modificarlas por nada.

Así bien, uno de los principales trucos es simplemente ir cambiando el calcetín de vez en cuando. Aunque es una opinión, realmente es la peor, y no funciona en la mayoría de los casos, ya que si hay mucha humedad o agua por el camino, ya no digamos nieve, es bastante habitual que por más cambios de calcetines que se hagan siempre acaba entrando agua.

Llegados a este punto, uno de los trucos más al uso, es utilizar bolsas de plástico. El remedio más barato a la vez que seguro y práctico. Mete el pie en una buena bolsa de plástico, mientras más gorda mejor, y después directamente a la bota, de esa manera, conseguimos que el pie no tenga contacto con la humedad, y lo salvamos. Si hay mucha agua lo mejor es poner diversas bolsas, que tampoco pasa nada. Esto, por supuesto, es un remedio muy concreto para situaciones límite, para nada puede ser algo habitual, ya que si nuestro calzado no está preparado para la humedad, lo más seguro es que acabemos por romperlo.