La cirugía de los ronquidos es ante todo una cirugía amorosa: nos sometemos a una operación para permitir que nuestra pareja pueda dormir por la noche. Pero no se trata de la única solución contra los ronquidos. Hoy en día existen otras muchas técnicas que pueden aliviar esta molestia que, en algunos casos, se llega a convertir en una tortura.
La mayoría de los hombres piensan en cirugía, cuando se habla de solucionar los problemas de los ronquidos nocturnos. Es decir, una operación que impida que el velo del paladar vibre durante la respiración del sueño.
Pero antes de someterse a una operación de este tipo, conviene conocer las causas del ronquido por si podemos solucionarlo antes de entrar en un quirófano. En la mayoría de los casos, el origen de los ronquidos está en el sobrepeso, el tabaco, el acohol, los hipnóticos y los tranqulilizantes que tomamos antes de ir a la cama.
Todos estos factores, por sí solos, o mezclados, favorecen que se ronque durante la noche.
También debemos verificar la ausencia de una patología nasal que pudiera estar en el origen de los ronquidos, o incluso de las apneas durante el sueño. Estas últimas tienen la particularidad de provocar cierta somonolencia durante el día, y pausas respiratorias durante el descanso nocturno.
Estas pausas respiratorias son muy caraterísticas: apenas duran unos segundos, y se repiten varias veces durante el sueño. Normalmente es nuestra pareja la que se da cuenta de que sufrimos este mal.
Una vez analizadas todas las causas posibles del ronquido, y no habiendo llegado a ningún resultado, entonces podemos empezar a pensar en la cirugía como solución final.
Existen tres técnicas que son tan eficaces como dolorosas
La primera consiste en hace la ablación clásica de una parte del velo del paladar, e incluso de las amigdalas. Esta intervención quirúrgica demanda anestesia general, hospitalización, y una convalescencia de una a dos semanas. La operación es dolorosa, pero muy eficaz en dos de cada tres casos.
La segunda tiene el mismo objetivo, reducir el velo del paladar, pero realizado con ayuda de un laser. Sin embargo no es necesaria la anestesia total, sino local, y en varias sesiones se puede llegar a concluir el objetivo. El único inconveniente es que la eficacia no suele durar a largo plazo.
La tercera técnica se llama somnoplastia. Se trata de la aplicación de ondas de radiofrecuencia, que retraen los músculos del paladar, lo que minimiza el espesor de los tejidos que impiden el paso libre del aire.
En unas pocas sesiones, de unos treinta minutos cada una, con anestesia local, podemos haber conseguido el objetivo buscado. Esta clase de cirugía es eficaz en un 75% de los casos.