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Cuando enfrentamos un estrés prolongado, realizamos dietas inadecuadas, nos exponemos a cambios bruscos de temperatura o descansamos poco y nada, el cuerpo se resiente y provoca que desciendan las defensas.
Si bien lo ideal es evitar aquellos hábitos que debilitan nuestro organismo, una alimentación adecuada ayudará a reforzar nuestro sistema inmunológico, que nos protege de cualquier tipo de bacteria, virus u otros organismos patógenos.
Alimentación levanta defensas 1Es importante por ello reducir las grasas de nuestra alimentación diaria, no solo para controlar nuestro peso sino también para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. Asimismo es importante la calidad de las grasas de nuestra alimentación, es importante incluir pescado azul, frutos secos, aceite de oliva y girasol o soja o aceite de linaza para equilibrar las grasas esenciales para la salud.
Consumir productos lácteos fermentados contribuye, también, a una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intonxicaciones alimentarias y a un mejor estado del sistema inmunológico.
El óptimo funcionamiento del sistema inmunológico también requiere de un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios.
Es importante incluir en nuestra dieta lo siguiente: vitamina C (guayaba, kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresas, bayas, pimientos, tomate, verduras de la familia de la col, frutas y hortalizas en general), vitamina E (aceite de germen de trigo, aceite de soja, germen de cereales o cereales de grano entero, aceites de oliva, vegetales de hoja verde y frutos secos), vitamina A ( hígado, mantequilla, nata, huevo y lácteos completos), beta-caroteno (albaricoques, cerezas, melón y melocotón), y vitaminas del grupo B (verduras fruta fresca, frutos secos, cereales, legumbres, carne y vísceras, pescado y marisco, huevos y productos lácteos).
También es importante incorporar hierro (hígado, carnes (especialmente la de caballo), pescado, huevo y, en menor proporción, lácteos), zinc (mariscos, hígado, semillas de calabaza, quesos curados, legumbres y frutos secos, cereales completos, carnes, pescados, huevos y lácteos) y selenio (carne, pescado, marisco, cereales, huevos, frutas y verduras).