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A nadie se le puede escapar que la montaña es traicionera y que esconde y entraña muchos riesgos, de los que hemos hablado ampliamente. Pero hoy quiero hacer especial mención a todos aquellos peligros de los que no somos conscientes en verano, ya que este, normalmente hace que pensemos que algunos de ellos hayan desaparecido, y al final acabamos contando por victimas a aquellos imprudentes que pensaron que al ser verano, ya podían bajar el cuidado en montaña.
Por ello, aunque las condiciones meteorológicas y el clima en general nos sea más favorable, la montaña sigue siendo la misma, verano o invierno, y eso debemos tenerlo en cuenta a la hora de diseñar nuestras ascensiones, y jamás caer en la trampa de dejar de lado las precauciones que tomamos en invierno.
La montaña en verano 1Por ejemplo, uno de los mayores errores es la mala planificación horaria, al pensar que el sol se marcha más tarde (factor que es evidente) no salimos tan pronto hacía nuestro destino, esto hace que aunque tengamos horas de sol suficientes para realizar la subida y bajada en condiciones, si que podamos tener problemas con el tiempo, ya que en alta montaña, las tormentas a las tardes suelen ser muy usuales, por ello, incluso en verano es altamente recomendable salir bien pronto hacía la montaña.
Otros elementos que no tenemos en cuenta es doblar las raciones de agua que llevamos en la mochila. Pienso que este es uno de los mayores descuidos, que hacen que luego hayan desmayos o momentos críticos de bajada de tensión en plena ascensión. El calor es horroroso, y más si nos toca de pleno, por ello el agua debe ser el doble de lo habitual.
Tampoco acabamos de tener en cuenta la necesidad energética de nuestro cuerpo, con el calor, esta se dobla, por ello, no está de más llevar plátanos o chocolate, para ir reponiendo fuerzas y sentirnos llenos de vida.