Se trata de parches que se pegan a la piel, cuyo color cambia en función de la cantidad de rayos UV que la piel recibe: del color carne, pasa al azul, desde el primer momento de la exposición a los rayos del sol.

El cambio de color se produce ante la presencia de rayos ultravioletas del tipo B, que son los responsables de los golpes de sol; y luego al marrón, avisando de que es necesario aplicar un protector solar; y finalmente al naranja, cuando existe un riesgo real de quemadura cutánea.

Este último indicador es el que se debe considerar como aviso de que es necesario cubrirse el cuerpo durante el resto de la jornada. El sistema de parche anti rayos UV utiliza una molécula cuya estructura en el espacio varía en contacto con los rayos UV.

Hombre tomando el solActualmente, estos parches se utilizan en pieles claras y en los niños. El color naranja indica que la cantidad de rayos UV recibida puede provocar un enrojecimiento de la piel. En función del éxito, es probable que se comercialicen otro tipo de parches, pero específicos para pieles menos sensibles.

Este producto puede prevenir los golpes de sol, y por tanto la aparición de un cáncer cutáneo. En todo caso, son un buen sistema para tomar conciencia de los inconvenientes del sol, y del peligro real de los rayos UV.

Al igual que con las cremas solares, esperemos que este sistema novedoso no nos haga creer que estamos indemnes frente a los rayos del sol. Además de su uso, debemos cambiar una serie de comportamientos: no hay que esperar a que el parche se vuelva naranja para protegernos del sol, sino hacerlo a partir del momento en que aparece el color marrón. Después, puede ser demasiado tarde, por eso una buena protección es fundamental.