La gimnasia metabólica pasiva permite que se quemen calorías sin esfuerzo. Su inspiración procede de las saunas japonesas, que tienen por finalidad la eliminación de toxinas que impiden una buena circulación de los nutrientes. La máquina difunde unos rayos infrarrojos de una frecuencia de 4 a 14 micrómetros, parecidos a las ondas producidas por el sol, y que son indispensables para nuestro organismo.

También permite el mantenimiento sano de las células. El aparato produce calor. Para luchar contra esta subida repentina de la temperatura, el organismo reactiva su metabolismo haciendo estallar las moléculas de agua y provocando la sudación. Por lo tanto se van a quemar calorías.

El desarrollo de una sesión

La máquina es una especie de burbuja ovalada que se cierra sobre los pacientes, dejando fuera únicamente la cabeza, para poder respirar. El paciente se tumba y se le cubre con una toalla, y poco modelo en ropa interiora poco la temperatura va aumentando hasta alcanzar los 50º C. El calor favorece la transpiración.

Una sesión dura unos 30 minutos. Durante ese tiempo se puede descansar, e incluso dormirse. Las máquinas de nueva generación vienen dotadas con un colchón vibrante, de almohada mucho más cómoda, y con posibilidad de conectar un MP3, o un iPod. Una vez que la sesión ha terminado, para compensar la pérdida de agua, es necesario rehidratarse.

Los resultados

Una sesión de 30 minutos permite que se quemen de 800 a 1000 calorías, lo que equivale a 1 h 30 de deporte de resistencia, o recorrer 15 kilómetros. Para aumentar los efectos de la gimnasia pasiva, se puede practicar como complemento un régimen adelgazante, y tras siete sesiones, se pueden obtener unos resultados bastante satisfactorios.

Con este aparato, no sólo se puede adelgazar, sino que ayuda a mantener una mejor circulación sanguínea, permitiendo reducir el estrés por el efecto relajante de las ondas infrarrojas.