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Durante todo el año se pueden encontrar excusas para comenzar un régimen de ejercicios, así los gimnasios se abarrotan de gente especialmente al aproximarse el verano. La mayoría de las personas se matricula con la intención de sudar un poco mientras se ponen en forma, y porque no, para hacer nuevas amistades.
De todos ellos, un pequeño grupo que puede pagarlo, contrata un entrenador personal para que sea él quien dirija el proceso de transformación; pasar de un cuerpo promedio y algo pasado de peso a uno moldeado, fuerte y musculoso.
Entrenar con pesas no es sinónimo de fisicoculturismo
Esta es una disciplina exigente y rigurosa; quienes la practican buscan un desarrollo muscular mucho mas allá de lo normal, la hipertrofia es su objetivo dentro de ciertos cánones de simetría, volumen y fuerza.
En ambos casos se requiere del practicante, un estilo de vida sano y organizado que pueda cumplir con el entrenamiento y el regimen alimenticio; por supuesto, la exigencia será mayor cuando lo que se busca es construir músculos grandes y definidos.
Un culturista requiere mayor cantidad de alimentos que el común de las personas, el aporte de energía extra lo consiguen de los carbohidratos, las fibras dañadas por el esfuerzo al manejar pesos son reparadas durante el descanso haciendo uso de las proteínas y otros nutrientes.
Entrenamiento, nutrición, hidratación y descanso son los fundamentos del culturismo para lograr un cuerpo de competencia; para el culturista es fundamental permitir al organismo reconstruir y reparar las fibras musculares dañadas, para ello son requeridas de 8 a 10 horas contínuas de sueño.
Consumir de 7 a 10 raciones diarias de comida a base de fuentes límpias de proteínas (carnes blancas, huevos, pescados, etc.), carbohidratos complejos (arroz, avena, cebada, patatas, etc.), el uso de concentrados protéicos en polvo y otros complementos alimenticios para perfeccionar el aporte de nutrientes, son parte habitual del día a día de estos deportistas.
Es realmente exigente y desgastante mantener durante años este estilo de vida, por eso es muy común encontrar personas que buscan una vía mas rápida para lograr sus objetivos, recurren al uso de hormonas, esteroides y otras sustancias sintéticas, pero se exponen a sufrir desajustes cardiovasculares y hormonales.
El uso de sustancias dopantes es habitual entre quienes entrenan con pesas, sean o no culturistas, extendiéndose hasta otras prácticas deportivas tanto a nivel de competición como del común de las personas.
Privarse de muchas comidas y bebidas, no poder participar en actividades sociales o disfrutar de muchas cosas son parte de los sacrificios de cualquier culturista, ¿realmente vale la pena todo eso?
Para el fisicoculturista profesional de élite definitivamente sí, sí vale todo esfuerzo y sacrificio; para los demás, ya la cosa cambia.
Los aficionados, los amateurs en este deporte y muchos profesionales en diversos paises no ven beneficios directos de tanto esfuerzo. Por una parte se les facilita encontrar empleo en actividades como strippers, agentes de seguridad o guardaespaldas pero eso no es suficiente para justificar la ingente cantidad de personas que entrenan con pesas.
La gratificación viene para muchos de otra parte, saberse poseedores de un cuerpo trabajado y escultural que es objeto de todas las miradas. Ser observado con admiracion es el premio a tanta dieta, dolor y sudor.
Para algunos, por no decir todos, la mayor recompensa viene de la imagen que ofrece el espejo. Somos narcisistas.