El beneficio fundamental de practicar yoga en la playa es la relajación. Es evidente que sentirse conectado con la naturaleza es mucho mejor que trabajar entre las cuatro paredes de un gimnasio. Practicar yoga en la playa permite una relajación máxima. En efecto, se pueden practicar los asanas o la meditación escuchando el sonido de las olas y respirando el olor del aire marino. La relajación profunda está garantizada.

Aparte del hecho que se trabaja la parte física y la parte psicológica, es una ocasión única para conectarse con la naturaleza. Los elementos del entorno se presentan ante nosotros: el agua, el aire, la arena, el sol. Un entorno natural como la playa es ideal para hacer el lleno de energía, al tiempo que se despiertan los sentidos.

El momento ideal para practicar yoga

Para practicar con comodidad yoga en la playa, se recomienda escoger el momento ideal. Conviene informarse sobre la temperatura que hace en la playa. Una temperatura demasiado alta no suele ser forzosamente la mejor para una sesión de yoga, puesto que se pueden dar golpes de calor, se transpira en exceso, el sol molesta, etcétera. Lo ideal es programar la sesión de yoga al comienzo del día o al final del día. La temperatura es ideal en esos momentos.

Asana

Para tener una jornada dinámica, más vale practicar yoga por la mañana antes de las 9. Efectuar posturas de yoga en las primeras horas de la mañana ayuda a comenzar con el pie derecho la jornada. El frescor de la brisa matinal y el amanecer son, sin lugar a dudas, muy agradables y energizantes. No obstante, practicar yoga en la playa durante la tarde permite relajarse y encontrar la calma.

Lo ideal son los ejercicios de meditación durante la puesta de sol escuchando el dulce sonido de las olas. El consejo que presentamos es practicar yoga durante una hora en este momento del día. Los primeros 45 minutos se deben realizar ejercicios estando de pie, y los últimos 15 minutos ejercicios sobre el suelo o la arena de la playa.

Lo que se debe hacer durante una sesión

Existe una gran multitud de posibilidades en cuanto a las actividades que se pueden realizar durante una sesión de yoga en la playa. Por ejemplo, se pueden efectuar asanas tonificantes o suaves en función del estado de ánimo. Veamos algunas de las posturas que se pueden realizar: el saludo al sol, la postura del árbol, la postura del loto, la postura sobre la cabeza, la postura sobre los hombros, el carro, la postura del cadáver, etcétera.

No conviene olvidar la respiración durante la práctica de estas posturas. Para trabajar correctamente los músculos, los pies se apoyan fuertemente y las manos en la arena, extendiendo los dedos de todos los miembros. De esta forma, todos los músculos y articulaciones se verán reforzados: pies, caderas, brazos, rodillas, hombros, etcétera.

La meditación es una de las prácticas que podemos realizar fácilmente. La meditación permite unir el cuerpo y el espíritu para ser capaz de afrontar las dificultades de la vida. La meditación permite vivir el momento presente, alejar las emociones negativas y tener una paz interior. Aconsejamos realizar la postura del loto o del semiloto para meditar. Conviene concentrarse en la respiración, en el aire que entra y sale por la nariz y dejar pasar todos los pensamientos. Luego hay que volver a centrarse en la respiración, en cuanto un sentimiento comienza a instalarse.

Practicar yoga en la playa es también una ocasión exclusiva para probar el yoga sobre una plancha de surf. Se trata de una nueva disciplina: el Stand Up Paddle (SUP) Yoga. Se trata de una práctica que va dirigida a todo el mundo, yoguis o no, surfistas o no. El ejercicio más fácil es el de sentarse sobre la plancha, cerrar los ojos y respirar profundamente. Después, se pueden efectuar asanas sobre la tabla. Esta disciplina aporta muchos beneficios físicos y espirituales, y ayuda también a trabajar el equilibrio. Para los más atrevidos, se puede descubrir igualmente el yoga nudista, que se suele practicar en las playas nudistas.

Algunos consejos para tener éxito en la práctica

Primeramente, una sesión en una playa tranquila permite una mejor concentración. Por eso es fundamental escoger el mejor lugar. Una playa de arena fina, una superficie bastante plana, es lo ideal.

Después, conviene no comer antes de la sesión de yoga. Por la mañana, se puede tomar el desayuno justo después de la sesión; por la tarde, tomar la cena después de la sesión de yoga en la playa. Esto evita sentirse mal al efectuar ciertas posturas invertidas. Si se tiene hambre, se puede tomar algo muy ligero.

El éxito de una sesión de yoga pasa por una buena preparación. No se deben olvidar los materiales indispensables como es una crema de protección solar, la colchoneta, una botella de agua, una toalla, y la gorra de yoga. Finalmente, si no vamos a realizar yoga desnudo, se debe llevar ropa ligera, pero también ropa cálida si el ejercicio se realiza por la noche o al caer la tarde. Lo normal es sentir frío al final de la sesión, y por eso debemos llevar ropa de abrigo.