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Tanto las lesiones en la cabeza como en el cuello suelen ser  los traumatismos deportivos más frecuentes y que se dan con mayor asiduidad en el rugby, la gimnasia artística, el hockey sobre hielo y la lucha libre.

La mayoría de las lesiones cervicales en los deportistas,  son pequeños esguinces, ya que las lesiones cervicales graves se dan por sobrecarga axial, tendiendo en cuenta que a una velocidad de impacto baja una sobrecarga axial puede causar la fractura espinal o una luxación con resultados graves como parálisis.

Lesiones en la cabeza y el cuello 1Con relación al diagnóstico, si el deportista está inconsciente el profesional realizará una exploración inicial y si el deportista presenta un déficit neurológico focalizado o dolor brusco intenso de cuello deberá sospecharse de una lesión espinal del cuello, hasta tanto esto pueda quedar descartado por medio de una exploración radiológica.

Con respecto al tratamiento, el médico hará una evaluación de la respiración y la circulación del paciente, estabilizándole el cuello antes de trasladarlo al servicio de urgencias.

Para retirar al deportista del lugar donde sufrió la lesión, deben tomarse las debidas precauciones para una inmovilización correcta. Si por ejemplo,  el deportista lleva casco, no debe quitársele hasta que se encuentre en el servicio de urgencias.

En tanto que dentro de  los denominados traumatismos craneales cerrados se encuentran en primer lugar la conmoción. Se trata de una alteración del estado de consciencia, con varios problemas visuales o también de equilibrio. Esto sucede como respuesta a una afección del tronco cerebral secundaria y también puede deberse a un impacto fuerto sufrido por el deportista.

El síndrome pos-conmocional se caracteriza por aparición de cefalea, que suele aparecer sobre todo luego de realizar ejercicio físico. Trastornos del equilibrio, fatiga, irritabilidad y algunos problemas de la memoria y de la concentración son otros de los síntomas más comunes.

Todos estos síntomas pueden persistir varias semanas e inclusive  meses hasta que desaparezcan.

La llamada arteria meníngea media que  pasa por un surco óseo del cráneo puede llegar a sufrir un desgarro al ocurrir una fractura craneal que lo atraviesa, apareciendo entonces el denominado hematoma epidural. En tanto que el hematoma subdural es causado por la rotura que causa el impacto o desgaste crónico por traumatismos pequeños continuados, en la red de venas que rodean el cerebro.

La hemorragia que se produce es de sangre arterial que se acumula y forma un coágulo que al causar presión elevada puede provocar lesiones cerebrales graves.

Si logra identificarse rápidamente una conmoción esto puede simplificar su tratamiento, siendo signos clásicos del hematoma epidural, la pérdida de la consciencia durante un tiempo que es variable,  seguida de  una recuperación en la que el paciente recobra por  completo la  lucidez.

A esta etapa le sigue otra donde comienza un dolor de cabeza que es cada vez más intenso y existe disminución de la conciencia, además de dilatación de la pupila que generalmente es la del lado dañado.

El paciente no debe volver a competir hasta que hayan desaparecido todos los síntomas y se haya resuelto por completo el problema.

Un diagnóstico a tiempo y acertado hará toda la diferencia entre una recuperación relativamente rápida o el sufrimiento de secuelas que muchas veces se transforman en permanentes.