La ausencia de enfermedad no siempre es un signo de buena salud. Tanto la piel, como los ojos, como la transpiración y otras reacciones del cuerpo pueden ayudar a saber si realmente el organismo está en su mejor momento. Durante el verano, el termómetro sube y provoca una mayor transpiración de lo habitual, sobre todo si se practica una actividad física.

Algunas personas aborrecen particularmente este fenómeno fisiológico natural, y hacen todo lo posible para acabar con esta sublevación intempestiva. Pero contrariamente a las ideas recibidas, la transpiración tiene ciertas virtudes, es el signo de una buena salud.

La transpiración kezako

La transpiración es la producción y la evacuación del sudor, secretada por las glándulas sudoríparas, por los poros de la piel. Hombres, mujeres, niños todos estamos afectados por este fenómeno biológico. No obstante, esta varía en función de la edad, del sexo, de la estación, de la intensidad de la actividad física, y del estrés.

Hombre sudando

La principal función de la transpiración es la de regular la temperatura corporal, porque, al evaporarse, el sudor contribuye a bajar la temperatura, a refrescar el organismo en caso de sobrecalentamiento. Conviene saber que cuando la temperatura interna supera los 37 grados, el organismo puede sufrir.

El sudor está compuesto en su mayor parte por agua. También contiene minerales, ácido láctico, amoniaco, sebo y urea. Evacuar estos elementos contribuye a depurar el cuerpo, y a vaciarlo de sus toxinas.

Signo de buena salud

En la medicina ancestral, como el Ayurveda, transpirar es un signo de buena salud. Al mismo nivel que el hígado, los pulmones, los intestinos y los riñones, la piel se considera como un emontorio. Esto significa que forma parte de los cinco órganos que van a hacer frente a la subida de las toxinas, filtrando los residuos y eliminándolos fuera del cuerpo. Transpirar es la prueba de que la piel funciona bien y que consigue desempeñar plenamente su función.

Cuando la piel está en mal estado, que muestra signos de debilidad, como por ejemplo la presencia de eczema o de psoriasis, tiene dificultades para hacer un emontorio eficaz, y suele ser la prueba de un mal funcionamiento del organismo. Una bonita piel no solo es algo bello en sí mismo. Igualmente, se trata de un capital saludable. En estas condiciones, se comprende el interés de cuidarla. Concretamente priorizando una alimentación de calidad, rica en nutrientes y pobre en productos fitosanitarios.

Por otro lado, los productos cosméticos, concretamente los antitranspirantes bloquean o ralentizan el fenómeno de la transpiración, se deben evitar. Son preferibles los desodorantes, cuyo objetivo consiste en combatir únicamente los malos olores. Su composición suele ser menos astringente y, por tanto, menos nocivo. Siempre a condición de escogerlos de forma cuidadosa, es decir leyendo bien las etiquetas para evitar infligir a la piel la aplicación de productos nocivos como las sales de aluminio o los parabenos.

Los ejercicios aeróbicos y la transpiración

Las actividades cardiovasculares permiten amplificar el fenómeno de la transpiración con el aumento del ritmo cardíaco. La sauna, al aumentar la temperatura corporal, es igualmente un instrumento que favorece la sudoración. Hablamos pues de herramientas que ayudan a desintoxicar el organismo con el fin de mantener una buena salud.

En todo caso, conviene mantenerse lucidos, transpirar al practicar una actividad aeróbica o acudiendo a una sauna no permite perder peso. Estas actividades favorecen la circulación de los fluidos, la evacuación de las toxinas y el retorno venoso. Esto permite combatir una de las causas de la celulitis, que es justamente una acumulación de líquidos intercelulares. Pero en cuanto a la pérdida de peso se refiere, no es suficiente. La pérdida de peso, que se puede constatar inmediatamente después de practicar ejercicios cardiovasculares, es artificial, puesto que se debe a una pérdida de agua temporal.